Tras la inesperada muerte de su hermano mayor en un accidente agrícola, la joven Hera se ve empujada a emular su rebeldía. No basta con una cazadora de cuero negro, una guitarra y un amplificador que escupe un altísimo nivel de decibelios; debe cumplir la filosofía del metal aunque ésta le acabe separando de su entorno familiar. La mirada de Bragason dota a la película de una fuerte dosis de dramatismo que describe la penitencia de la oscuridad cuando la música es la única guía en la penumbra. La cinta ha sido galardonada con el Gran Premio de la Academia Islandesa y ha convertido a Bragason en uno de los directores más exportables de Escandinavia.
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